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La digitalización de las empresas ha llegado para quedarse

Es un hecho, la digitalización de las empresas ha llegado para quedarse, ahora, la pregunta es: ¿Se quedarán las empresas que no se digitalicen? Y la respuesta, sin paños calientes ni fríos es, sencillamente, no.

Ya no estamos en los albores de esa digitalización de las empresas en los que parecía incluso posible elegir si aceptar el embate o no. El tiempo ha demostrado que la digitalización es imparable. ¿El tiempo?

Sí, sin duda, el tiempo también ha intervenido en el proceso global de digitalización de las empresas, pero no ha sido determinante en su aceleración y situación actual, ahí han pesado más las ventajas y los beneficios y, ahora sí, el tiempo, que lo demuestra con los balances empresariales anuales.

Porque emprender un proceso de digitalización empresarial es iniciar un camino nuevo en el que los conceptos tradicionales unidos a la actividad empresarial cambian, se transforman y requieren nuevas herramientas para gestionarlos.

La relación con el cliente está a la cabeza de esos conceptos que se han transformado hasta el punto de que han modificado la estructura y el funcionamiento de los principales departamentos de la empresa: marketing, gestión de datos, relación con el cliente o administración y recursos humanos, son los más destacados.

¿Cuál ha sido el motor de arranque que ha desencadenado los procesos de digitalización de las empresas?¿Por qué cada día hay menos dudas y más certezas a la hora de plantearse la digitalización?

La respuesta a estas dos preguntas nos da más pistas sobre el motivo por el que la digitalización empresarial ha llegado para quedarse.

Una vez que se iniciaron los primeros cambios de lo analógico a lo digital y se comprobaron sus primeros efectos -al principio muy sencillos pero también muy contundentes- como la rapidez de gestión o el ahorro de espacio en almacenaje, hubo varias empresas que despertaron de golpe al mundo tecnológico, probablemente, haciendo uso de ese concepto que se ha dado en llamar visión empresarial.

Y no se equivocaron, solo unos años después, aquella rapidez de gestión ya no se aplicaba solo a contabilidad, agendas de clientes o administración de archivos, sino que, en un lapso muy breve de tiempo, había unificado esos sectores y redefinido la estrategia empresarial con el cliente. Había nacido el marketing digital y la digitalización empresarial empezaba a acumular muchos puntos para que nadie pensara que era una moda pasajera, una forma más de gestionar una empresa. No, aquello era otra cosa y había llegado para quedarse.

La transformación que la digitalización de las empresas puso y pone sobre la mesa es sorprendentemente dinámica. Pudo parecer que, desveladas sus virtudes: incremento de la seguridad; ahorro de espacio físico; máximo rendimiento de los recursos propios de la empresa; optimización de la relación entre la empresa y el cliente, mejorando los resultados en ambas direcciones y, por último pero muy presente, la contribución de la digitalización de las empresas a la sostenibilidad; pudo parecer, insistimos, que ya estaba todo dicho, que ya se podía ver el alcance real de las consecuencias que la revolución digital iba a traer al mundo empresarial, todas sus aplicaciones, el cálculo de su eficiencia, su eficacia…nada más lejos de la realidad. La llegada de la digitalización propiamente dicha fue algo así como una tarjeta de visita, un “Esto es solo una milésima parte de lo que puedo hacer por ti, si quieres implementarme, ponte en contacto”.

Y claro, los más avezados contactaron de inmediato y ahora son los referentes en gestión digital de la era tecnológica.

Abramos los ojos para ver que la digitalización de las empresas llegó un día, fue vista, convenció y venció, y esa victoria, como excepción de la regla, es para siempre. Y veamos también que, tras llegar y vencer, instituyó una nueva dinámica de funcionamiento que, por su propia naturaleza, deja fuera de juego a aquellos que no la comparten.

Ni debajo de una piedra, o de un escritorio de caoba, cristal o acero, encontraremos hoy un empresario que haya acometido la digitalización de su empresa, contando con el asesoramiento profesional adecuado, y se arrepienta. Tan imposible como que nieve en julio en Talavera de la Reina, y disculpen la simpleza de la comparación pero es que es realmente imposible.

Una empresa digitalizada es una empresa que piensa, respira y funciona digitalmente y desarrolla un lugar preferente en el mercado a través de su presencia online; que se adapta a las nuevas tecnologías como si se tratara de una segunda piel, que poco a poco, pasa a ser la primera.

Porque se trata de un camino de una sola dirección, la digitalización de las empresas es el recurso que avanza hacia el futuro formando, desde el principio, parte de él. No hay otra forma de abrirse camino en ese futuro si no se dispone de las herramientas necesarias.

El futuro empresarial es digital, ya nos lo está avisando este presente de ciudadanos y ciudades digitales, y la digitalización empresarial ha llegado para quedarse formando parte de ese tejido y de su expansión global.

Cada empresa ha de decidir si apuesta por permanecer o prefiere no quedarse, la digitalización, desde luego, se queda.

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